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La historia de un árbol de hortalizas que logró tener patente

Por: Jorge O Marmolejo G. - AGROURBANO Quibdó, Chocó

Soy Jorge Olivo Marmolejo, un fiel convencido de que todos tenemos ideas que pueden ser importantes para el mundo. Soy un soñador que brinda oportunidades y cree que todas las ideas pueden ser grandes si luchamos y no desfallecemos hasta verlas construidas, esta es mi historia:

Cuando era niño quería tener muchas profesiones y sentía que todo lo podía alcanzar, ser astronauta, policía, bombero, aviador, médico, e incluso juegas a ser papá, pero a medida que creces vas afianzando quién eres y qué te gusta. Recuerdo que hasta quise hacer parte de un seminario para formarme como sacerdote, en fin…

Realicé mis estudios secundarios en una institución que fue definitiva en mi futuro, el Colegio Agroambiental y Ecológico Luis Lozano Scipión de Condoto, ubicado en el departamento de Chocó. Con seguridad, muchos alguna vez escucharon de este municipio por una famosa canción de ChocQuibTown.

Cuando culminé mis estudios secundarios llegó el duro momento de tomar decisiones que afectarían el resto de la vida, ¿qué quería ser? ¿A qué me quería dedicar? Solo pensaba en una profesión que no me alejara del campo, así que entendí que debía ser agrónomo, aunque eso no parecía posible porque mi familia no contaba con los recursos para enviarme a estudiar esta carrera y tampoco me había graduado con tantos honores para ser merecedor de una beca.

Pero como nunca se cierran todas las puertas, ingrese a la Universidad Tecnológica del Chocó en donde me matriculé en la carrera de Ingeniería Agroforestal, la cual gracias a Dios, pude sacar adelante. Durante mi paso por la universidad fueron muchas las ideas que pasaron por mi cabeza.

Quizá el poder del conocimiento te lleva a pensar que puedes salvar el mundo y dar soluciones a cada problema. Creo que en la mayoría de ocasiones, las ideas tienen la posibilidad de transformar el mundo, lo que las diferencia es que hay quienes trabajan para hacerlas realidad y otros que simplemente las olvidan y siguen enfrascados en un problema.

Cuando terminé la universidad salí a buscar empleo…. Siempre pensé que trabajaría para el sector privado pero la vida me dio una grata sorpresa en el sector público de la que aún hoy estoy agradecido; este empleo me dio la bonita oportunidad de trabajar con la comunidad, situación que disfruté y de la cual aprendí mucho, aunque aún no me encontraba satisfecho, algo me faltaba. Fue así como emprendí una nueva búsqueda de empleo, hasta que encontré lo que en su momento entendí como mi sueño hecho realidad: ingresé como técnico de campo a la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) donde conocí y escuche hablar por primera vez de algo llamado “agricultura urbana”, que captó mi total atención, aunque no era el área en la que me desenvolvía en la organización.

El departamento de Chocó por años ha sufrido del conflicto armado, lo que ha provocado desplazamientos concentrando aglomeraciones de habitantes en las ciudades y, como consecuencia, una alta reducción de las áreas cultivadas. Hoy las personas no cuentan con los mismos espacios para cultivar, por esta razón usan lugares poco convencionales como el lugar donde duermen, cocinan, juegan, lavan, tienden la ropa, ponen el fogón de leña, etc. Una familia en el campo antes podía contar con un mínimo de tierra, una hectárea o media para tener todos estos espacios separados y tener un lugar llamado huerta como un sitio casi sagrado. Dentro de la ciudad todas las condiciones son distintas, incluso si el acceso al agua en el campo se consideraba fácil, ya en la ciudad la gente comenzó a pensar en ahorrar más.

Recuerdo que hacía dibujos de huertas para mejorar los modelos ya conocidos hasta que un día tuve una idea. Se trataba de que a partir de un árbol se colgaran plantas de hortalizas que podían cosechar frutos. Me emocioné tanto, que comencé a hacer nuevos dibujos, hasta pensé en un nombre... Realmente fueron varios!!! Pero al final le llame “Árbol de Hortalizas Rural Urbano AHRU”.

Tratando de conseguir trabajo visité varias oficinas mostrando la idea, y en una de esas visitas alguien me aconsejó proteger el invento. ¿Proteger el invento? ¿Cómo es eso? También me aconsejó que tuviera precaución al mostrarlo ya que podría ser copiado, entonces debía buscar a alguien que pudiera orientarme. Salí muy curioso de esa cita y comenzó una parte de mi vida que cambiaría radicalmente mi historia: radiqué mi primera solicitud de patente en 2009 sin saber mucho del tema, por lo tanto me fue negada por abandono. En 2012 comencé un nuevo proceso pero esta vez estaba más preparado y contaba con el apoyo de la corporación GEInnova AFFA consultores, y mi familia que siempre me apoya. Ya para la fecha el nuevo AHRU contaba con nuevos y mejores diseños, así que empecé el proceso de la solicitud de patente por segunda vez, pero de nuevo fue negada. Sin embargo se pudo demostrar y explicar con más detalle el árbol de hortalizas a la Superintendencia de Industria y Comercio, logrando que se evaluará nuevamente la decisión, y así fue como el 3 de julio de 2015 fue concedida! ¡Que felicidad, no lo podía creer!

Nos fue concedida la patente para nuestro modelo denominado “Huerto vertical de mecanismos modulares y protección agroclimática para el cultivo de plantas”. Había creado algo nuevo para el mundo ¡que emoción¡

Paralelo a este proceso, ya venía comercializando algunos servicios bajo la marca AGROURBANO, nombre que siempre me pareció muy oportuno para lo que hacía y quería fortalecer, así que invertí en la compra de un dominio en la web y estaba disponible el nombre de agrourbano.com, ¡esto fue de locos¡ Al menos para mí, que un nombre tan lógico a nadie se le hubiese ocurrido y con todo el bum de la AUP (Agricultura Urbana y Peri Urbana). Es como ver caminos que se van ampliando y despejando donde las oportunidades son reducidas en temas de emprendimiento.


Después de un tiempo participé en conferencias, talleres y capacitaciones y entendí que debía proteger mi marca, ya que se convertiría en un activo muy importante para nuestra empresa. Entonces decidí acudir al Centro de Atención de Tecnología e Innovación-CATI del Parque Biopacifico. Recuerdo que me atendió Diana Urrea y luego de hacer varias consultas en bases de datos comenzamos nuestro proceso para la protección de “AGROURBANO” como marca mixta para la clase 44.

Después de muchos seguimientos durante más de 9 meses, un día desperté con un e-mail de la SIC que decía: su marca cuenta con un registro.

¡Por Dios! Un logro más, gracias papito Dios, ya tenemos tres activos importantes para nuestra empresa a los que hay que sacarles el máximo provecho, UNA MARCA, UNA PÁGINA WEB, UNA PATENTE…. Que además es la única registrada hasta el momento para el departamento del Chocó, el cual sé que cuenta con grandes inventores, creadores, soñadores. A ellos quiero decirles que a pesar de las dificultades sí es posible. Actualmente, somos varias familias beneficiadas de este modelo, logrando producir en espacios reducidos parte de los alimentos que requieren a diario, ver que lo que hemos construido le sirve a otros y es la felicidad más grande que un ser humano puede experimentar: ojalá podamos llegar a más personas.


Esta es la historia de AGROURBANO y la huerta que se convirtió en un árbol de hortalizas.

A los inventores, creadores y soñadores chocoanos quiero decirles que a pesar de las dificultades sí es posible.